Alejandra Pizarnik de 85 maneras

Según la tradición medieval europea, la tarasca es un monstruo tremebundo, un dragón que devastaba regiones completas. Santa Marta lo domó y pudo montarlo, pero la leyenda es aún jugosa. Parece que la mujer, la musa que domaba y venía cabalgando sobre la bestia, era portadora de la moda de la temporada venidera. Una suerte, por tanto, de augur estilístico de lo que estaba por venir. El conjunto de esta contundente obra colectiva es como ese monstruo bello, pero que trae sobre sus lomos, inserto en el pulso sangriento de su torrente circulatorio, en el aliento ácido e irresistible, a una autora que no necesita presentación, pero sí difusión. Ojalá sirvan estas letras para conseguir que en los años venideros Pizarnik sea aún más leída, que lo sea desde la víscera de la emoción y la pulsión del conocer, desde el desierto de la vacuidad y la excelsitud de la belleza.

- Por Berta Sande

No fueron bestias muy ajenas a la tarasca las que poblaron el imaginario de una autora llena de desiertos, de arideces cotidianas regadas con una estética hiriente y una inteligencia prístina, quizá por eso mismo, mucho más consciente del dolor, de la pérdida, de la fatalidad. La inteligencia y la sensibilidad son armas cargadas de sufrimiento. Alejandra Pizarnik lo supo bien y, como otros genios, atravesó las sendas torcidas de la locura. Sin embargo, el trayecto fue fértil para los demás, profuso en hallazgos, textos variados y amistades verdaderas. Cortázar, Mújica Láinez o Victoria Ocampo, entre muchos otros, presenciaron la brillantez de su obra y le dieron cabida en sus revistas y en sus vidas. No es poco.

Hoy, todos aquellos que se acerquen a la obra de Pizarnik, descubrirán una autora que cumple muchos de los cánones del hallazgo más sorprenden te. Es una escritora inesperada, cuyas combinaciones lingüísticas naturales y orgánicas levantan artefactos plenos de una magia que escuece, que asombra y hasta deslumbra. Sus versos están llenos de posibles y magníficos títulos de novelas „tan eufónicos como profundos„ para quien sepa mirar. No es la primera ni la última vez que su poesía se sitúa al frente de una portada. El alcance, y eso que dejó esta vida con unos cortísimos 36 años, es inmenso. Poemas, relatos (sobre todo surrealistas), un diario de más de mil páginas y alguna novela breve fueron las herramientas con las que se enfrentó a una existencia difícil, pero cuyo legado no deja de florecer.