La Memoria Como Una Ficción

Con Jackie y Neruda, Pablo Larraín se aleja de las biopics convencionales y demuestra que los ídolos pueden ser reales aunque sean inventados.

- Jorge Negrete

La memoria es un concepto particularmente difícil de entender y mucho más de abstraer. Su construcción ha fascinado a figuras literarias como el francés Marcel Proust o el argentino Jorge Luis Borges y ha mistificado a los científicos más agudos, quienes han intentado durante mucho tiempo descifrar sus intrincados mecanismos. Sin embargo, quizás el medio que más se ha acercado a su compleja esencia es el registro de la imagen, que una vez montada y vista, se convierte en cine.

A lo largo de su filmografía, el cineasta chileno Pablo Larraín ha presentado una fijación importante con la memoria de su país, particularmente de la dictadura de Pinochet, pero no de una forma rígida o directa, sino con una elocuencia subjetiva, que recuerda al documentalista Patricio Guzmán (El botón de nácar, 2015) y con retazos de la inspiración formal del brillante Raúl Ruiz (L’ hypothèse du tableau volé, 1978), ambos también cineastas chilenos.