A Vueltas Con La Situación Del Corzo En El Norte Peninsular

Carta en respuesta al artículo de Enrique Valero Gutierrez del Olmo “Los corzos y la Debacle Perfecta”

- Rafael Centenera

El pasado mes de no-viembre, en esta mis-ma revista donde ten-go el enorme privilegio de escribir cada mes desde hace ya ni sé cuánto tiempo, nuestro ilustre ingeniero Enrique Valero ha escrito un artículo que describe la situación crítica por la que atraviesa el corzo en tierras gallegas y del cuadrante occidental. Siempre ha considerado que no se deben matar hembras de corzo y menos en la situación actual. Concluye, además, que el problema del corzo hay que buscarlo en dos factores que están diezmando sus poblaciones: la Cephenemya y los lobos.

No le falta razón en cuanto a que la mosca ha contribuido, junto al lobo, a reducir la “excesiva densidad”, pero creo que yerra en cuanto al responsable de haber llegado a esta situación y, lo que es peor, continúa con la misma receta que nos llevó a este punto: no cazar corzas. Respecto al pri-mer “responsable que identifica”, hay que decir que el corzo puede combatir contra la mosca al limitar, si su estado fisiológico es óptimo, la cantidad de larvas L1 que pasan a larva L2 y luego a L3. En efecto, está demostrado que la muda de estado L1 a L2 es inmunodependiente y que los corzos con buena salud permiten el paso de muchas menos larvas que los que no gozan de buena salud. Con menos larvas se puede vivir muy bien. Es decir, que si las poblaciones de corzos hubieran estado bien gestionadas en los montes del cuadrante occidental es muy posible que el descenso hubiera sido menor. Y es ahí donde la responsabilidad recae en el colectivo cazador y la administración, que a regañadientes cumplían los mínimos cupos de hembras necesarios y dejaron que las densidades se dispararan a niveles insostenibles.