Y poco, muy poco tienen que ver las circunstancias que vamos a encontrar en el campo allá por el mes de enero con las que tendremos ahora; el campo no es el mismo, ni la temperatura, ni la humedad, ni la hora de salida del sol, y todo ello influye en los tres protagonistas de la montería: los monteros, las rehalas y los animales del campo.
Rehaleros y sacadores agradecerán sobremanera empezar a cazar cuanto antes y acabar a una hora prudente, que cuando nosotros estemos botellín en mano a ellos todavía les quedará faena.
Quizás en zonas costeras, con climas más templados a lo largo de todo el año, la diferencia, aunque exista, no sea tan patente, pero en el interior, en las mesetas, con variaciones térmicas entre las estaciones de cuarenta e incluso más grados, bien haremos en prestar atención a los diferentes aspectos que a estas alturas del año afectarán a nuestro quehacer en el campo, si no queremos que, como suele ocurrir, en estas primeras manos del año pinten siempre bastos.
Las reses no pierden la forma física, los perros sí; no es fácil ahora conseguir que rompan a los puestos.
DON ERRE QUE ERRE
Es el ser humano bestia tozuda donde las haya, dotado de una terquedad más propia de los pollinos que de los seres bípedos, erectus y reflexivos que se supone que somos, y sin embargo tenemos una asombrosa facilidad para tropezar no una, sino mil veces en la misma piedra, la misma piedra del mismo camino, y en el caso de las monterías, los ganchos y las batidas se cumple a pie juntillas aquello de que la manada aborrega a sus individuos.
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