El crecimiento de las poblaciones de cabra montés en las últimas décadas ha sido notable, y de la misma manera la expansión de la especie por muchas sierras de nuestra geografía, que se han sumado a enclaves tan emblemáticos como Gredos, Beceite, Maestrazgo, Sierra Nevada, Batuecas o Ronda. Sin embargo, unas densidades que han aumentado tanto y un control cinegético muy por debajo de lo deseable, han desembocado en la sobreabundancia de cabras monteses en bastantes lugares, con problemas en forma de daños agrícolas, a la flora de los entornos, accidentes de carretera y enfermedades, como los recientes brotes de sarna en colonias de monteses del este y sur de España, a los que dedicamos unas páginas tras este relato del rececho primaveral a un macho montés en la Alpujarra almeriense.
A media mañana sa-limos de Sevilla, en un caluroso día de finales de abril, con destino a la Alpujarra almeriense. La caza a rececho de una hembra de cabra montés y un macho medallable era el objetivo del viaje, cuando la temporada venatoria de esta especie en Andalucía estaba a punto de cerrarse. En el todoterreno, mi compañero habitual de caza, el organizador del rececho y yo, que esta vez iba de fotógrafo o de caza fotográfica, sin duda otra manera de cazar, aunque el trofeo solamente lo capture con mis cámaras y los animales no sufran ningún daño.
Al mediodía parada en Granada para comer, tras lo cual pusimos rumbo a Motril (Granada), donde íbamos a hacer noche antes del primer rececho de una hembra de cabra montés en las estribaciones de la Sierra de Lújar. Mientras cenábamos en un restaurante del puerto de Motril, organizamos todo el plan para los dos días siguientes, pues no hay que dejar nada al azar.
PRIMER DÍA
Antes de amanecer ya estábamos discurriendo por la antigua carretera nacional que bordea la costa granadina, mientras observábamos grupos de cabras aquí y allá que parecían no hacer caso de nuestra presencia. Los paisajes abruptos y grandes acantilados que caen a plomo sobre el mar son el hábitat perfecto para estas cabras que, desafiando la gravedad, se mueven con facilidad por aquellos precipicios.
En esta cacería selectiva de hembra de cabra montés probaríamos el rifle antes del rececho del macho medallable al día siguiente, en la Alpujarra almeriense. Íbamos a usar un cerrojo rectilíneo Blaser R8 Professional con culata sintética del calibre .270 WSM, balas de 130 grains y un visor Swarovski Z6 2,5-15x56 P, ideal en condiciones de luz precarias.
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