Te recuerdo. Chica de los ojos verdes. Me compraste una handira”, comenta Abdelhafid Serrakh, un guía de medio tiempo de la ciudad de Marrakech y experto vendedor de alfombras, mien-tras me sirve un té de menta en un cuarto trasero de su tienda en la medina. Esa handira, una hermosa alfombra bereber de color crema adornada con cientos de monedas tintineantes de metal, ha ocupado orgullosamente un lugar en mi habitación por poco más de una década. Ahora, todos estos años después, estoy de vuelta en la cueva de tesoros ocultos de Abdelaziz en Route Sidi (¿será un accidente? ¿serendipia?), lista para beber más té y negociar para conseguir otra.
Ubicada en el cruce entre África, Europa y el Oriente Medio, Marrakech ha seducido caravanas de viajeros en sus zocos laberínticos desde el siglo XI, y su atractivono muestra señales de declive. De hecho, recientemente fue coronada la Capital de Cultura de África para el 2020 y atrajo las miradas del mundo al ser el escenario de la más reciente pasarela de Dior (un evento proclamado como una celebración del savoir-faire africano), la Ciudad Roja se encuentra lista para presumir las artesanías de sus comerciantes y menestrales como nunca antes.
This story is from the Septiembre 2019 edition of Harper's Bazaar en Español.
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