Cuando Ves El Vaso Medio Vacio

Un Pesimista No Es “un Optimista Bien Informado”, Como Defendía El Dibujante Antonio Mingote, Sino El Portador De Un Puñado De Genes Que Le Hacen Verlo Todo Negro.

Parece que hoy me he levantado con el pie izquierdo”, le ha dicho Julio a su compañero de oficina unos segundos después de derramar el café sobre el teclado del ordenador. “Este trabajo es lamentable”, refunfuña. “Por cierto, ¿te fijaste ayer en los jefes? Nos miraban de reojo y cuchicheaban, seguramente porque planean un despido masivo, y sabes tan bien como yo quién sería el primero al que le darían la patada... ¡Lo que me va a costar encontrar otro trabajo a mis cincuenta tacos!”, lamenta. “Sí, ya lo sé, no hace falta que me lo digas, te lo leo en la mirada: mi vida es patética, me llueven los problemas y no hay visos de que se solucionen”. Y apostilla: “Haga lo que haga, todo va a salir mal”. Es el discurso propio de un pesimista pertinaz, de esos que siempre ven el vaso medio vacío en lugar de medio lleno.