La Dalia Negra El Destripador De Hollywood

El Asesinato De Elizabeth Short Avivó El Sensacionalismo De La Prensa, Que La Vio Como Víctima Y También Provocadora.

El maniquí, desechado y olvidado, yacía en un estacionamiento vacío de Leimert Park. Cuando Betty Bersinger caminaba por la avenida South Norton con su hija de tres años, Anne, lo vio, blanco y desnudo, y se fijó en él, pero no detectó nada extraño. Era otro objeto abandonado en una zona descuidada de Los Ángeles. Se había partido, tal vez al golpearse contra el suelo, y dividido en dos partes separadas por la cintura.

Sin embargo, al acercarse, tuvo que respirar hondo. No parecía un auténtico maniquí; aunque estaba pálido y sin vida, mostraba marcas que una figura de este tipo no tendría o no debería tener. En cuanto se dio cuenta de que se trataba de un cadáver, se asustó muchísimo, tomó la mano de su hija y corrió hacia la casa más cercana.

La primera vivienda cuyo timbre tocó estaba vacía. Por suerte, en la segunda una mujer abrió la puerta. “He visto algo extraño”, dijo Betty tratando de dar sentido a su relato. La mujer le permitió usar el teléfono, y Betty pidió a la policía que acudiera y “echara un vistazo”, pues no estaba nuy segura de que se tratara de una ‘muñeca’ rota.

La policía enseguida constató que era un cuerpo femenino sin ningún tipo de identificación. A los detectives les llevó dos días saber, a partir de sus huellas dactilares, que se trataba de Elizabeth Short, una joven de 22 años. La violencia y la mutilación ejercidas en su cuerpo fueron inicialmente ocultadas a la prensa. Había sido cortada en dos mitades a la altura de la cintura. Era evidente que fue atada, pues así lo evidenciaban las marcas de ligadura en cuello, muñecas y tobillos.