Lecciones De Un Huevo

La primera tortuga marina cargada de huevos encontrada en el mundo –y la más antigua– aporta un tesoro de información sobre la evolución de estos reptiles.

- Angela Posada-Swafford

Recuerdo la primera vez que sostuve en las manos un huevo de tortuga marina. La noche anterior, la madre tortuga había salido inesperadamente del mar, recortándose contra el cielo estrellado de la isla Cayo Serranilla en el Caribe colombiano. Como una aparición ancestral, la criatura se arrastró lentamente sobre la playa húmeda, buscó la arena secay suave, abrió un enorme agujero y depositó en él al menos 50 huevos del tamaño y color de pelotas de ping-pong, sus ojos alienígenas derramando lágrimas para limpiarlos de arena. Luego regresó al agua, tan silenciosamente como había salido, dejando tras ella unas huellas similares a las de un pequeño tractor. No bien desapareció, los biólogos destaparon el nido, se colocaron guantes de cirugía y trasladaron los huevos a un lugar más seguro playa arriba, alejado de la marea alta.

Estaba esperando algo más liviano, pero el huevo de una tortuga, en este caso una caguama (Caretta caretta), es sorprendentemente pesado. Y la consistencia de su cáscara es como caucho y flexible. Nada como un huevo de gallina.