Split 12K Adidas

No todas las metas se cruzan con el mismo sentimiento de felicidad y logro. Una semana con 33 kilómetros, de amor-odio por correr, y una carrera que me recordaría hacer las paces conmigo misma.

- Renata Soto

 

Habían pasado exactamente siete días desde que corrí el 21K de ESPN, una prueba que me costó más trabajo de lo normal y además terminó con lluvia. Me sentí derrotada y muy triste. Pasé una semana algo desmotivada, de varios días de descanso y tiempo para aceptar que aunque había llegado entrenada, ese domingo no había sido un buen día de carrera y punto.

Para el siguiente domingo venían los 12K del tercer split de adidas del año. Con un poco de pesar, me convencí para correrlo, y pensar que algunos de mi equipo irían me ayudó para animarme y decir: “órale, va”.

Llegó el día de la competencia y ya estaba parada en la salida con cero expectativas sobre esa mañana. Ya sabía que la ruta era algo pesada por las subidas y que seguramente no podría correr a mi ritmo depués de la debacle del fin anterior. Aunque tenía a mi favor que ese día no me dolía la lesión, ya estaba parada ahí, y como siempre decimos los corredores: “nunca te vas a arrepentir de haber salido a correr”. No había nada que perder, no podía hacer mayor berrinche que el del fin anterior.