Brujas a tu propio ritmo

Nos hemos montado sobre una bicicleta para recorrer la encantadora Brujas, descubrir secretos ocultos tras fachadas medievales y surcar paisajes de suave belleza

- Texto Clara Arnedo - Fotografías Flaminia Pelazzi

HAY UN LUGAR EN EUROPA donde creatividad y belleza se dan de la mano en un poema visual delicioso. Se trata de la Brujas flamenca, esta ciudad que fue en su día capital comercial de Europa, cuyo pasado le otorga un aire entre nostálgico y romántico que nos disponemos a desmenuzar en nuestro recorrido en bicicleta. Una visita equilibrada y al ritmo dulce que impone la pequeña ciudad y que arrancamos en su centro neurálgico, la plaza del Burgo, un antiguo fortín flanqueado hoy por los singulares edificios del ayuntamiento, la basílica de la Santa Sangre, del siglo XII, y la renacentista Escribanía Civil. Pedaleamos por las calles adoquinadas, vigilados por las casas gremiales, forradas de ladrillo que tiñen Brujas de un color anaranjado, y en seguida nos plantamos en la gran plaza del Markt, la plaza Mayor. Esta nos habla de la importancia que tuvo Brujas cuando se erguía como capital del condado de Flandes. En ese lejano siglo XIII era un núcleo comercial europeo por cuyo río, el Zwyn, circulaban mercancías con rumbo al mar del Norte. El Belfort o campanario de Brujas capitanea la bulliciosa plaza donde se alza también el neogótico palacio provincial.

Se precisa de una buena dosis de energía para emprender la subida por los 366 peldaños de la torre campanario. El final feliz nos lo regalan las vistas privilegiadas sobre esta preciosa ciudad de ladrillo y piedra, Patrimonio de la Humanidad, encerrada tras vigorosas murallas medievales.