Sidra Bajo Cero

Las tierras de la provincia de quebec y su clima característico son el lugar de orígen de una de las bebidas-sensación del mundo entero.

- Andoni Aldasoro

Imagina que una manzana es como un oso que debe hibernar en los meses más fríos y resguardarse. A los québécois les encanta presumir y comparar sus osos con varios aspectos de la vida, y la manzana bien podría ser uno de ellos. En un país que vive bajo nieve casi cinco meses al año, debe ser normal alcanzar cavilaciones de este tipo. Así que las manzanas, expuestas al agudo frío invernal, se encogen (un poco como los osos) y maduran lentamente, lo que eleva su nivel de azúcares y producen un néctar más dulce. Antes de que el invierno termine, las arrugadas y enjutas manzanas se deben recolectar, después prensar, fermentar y voilà! De esta manera, a principios de los años noventa del siglo pasado, en Quebec nació la sidra de hielo o cidre de glace, una mezcla entre el vino de manzana y la sidra que todos conocemos.

“Yo quería hacer vino –comenta François Pouliot, fundador de la bodega Verger Hemmingford y cuyo inglés denota ser su segunda lengua–. Compré una casona de piedra y su terreno adyacente para disponerme a cultivar la vid, pero luego conocí a Christian Barthomeuf, el inventor de la receta de la sidra de hielo, y cambié de opinión. Juntos comenzamos a experimentar con las primeras técnicas de producción. Poco después la artista visual Stéphanie Beaudoin se unió al equipo”.