Los cambios en los hábitos de consumo no paran. Si bien al inicio de la pandemia se dio una inusual adquisición de papel higiénico, después hubo un sesgo hacia los productos de higiene y cuidado personal, como geles desinfectantes, alcohol y cubrebocas.
Luego vino la volatilidad económica y una inflación superior al 8% que motivó a los consumidores a hacer ajustes tanto en su bolsillo como en las marcas que dejaban entrar a su carrito de supermercado. El remate de este contexto complejo es la cuesta de enero, que afecta la capacidad de compra de las personas.
Lician Tomimatsu, directora de Marketing América Latina de la división Worldpanel de Kantar, refiere que esta cuesta se ve reflejada, principalmente, en la categoría de alimentos y bebidas, y no solo impacta al consumidor, sino también a las marcas.
"Las marcas deben conocer bien el comportamiento del consumidor para seguir dentro de la lista de despensa, ya que la tendencia que se ha observado es que las personas están buscando más valor por su dinero al visitar más puntos de venta, pero están reduciendo el volumen de compra y es probable que esto continue", señala la especialista.
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