Si cada inicio de año desempolvas tu lista de propósitos de los 12 meses anteriores y te das cuenta de lo poco o nada que cumpliste, posiblemente los objetivos se repitan para el ciclo entrante. Y es justo porque lo planteas como propósito y no como meta. Esto va desde bajar de peso o aprender otro idioma hasta cambiar de trabajo y ahorrar.
"Son muy difíciles de cumplir porque no son metas. La diferencia entre un propósito y una meta es enorme, el propósito solamente es la intención y la meta conlleva un seguimiento, es más específica, medible, alcanzable y realista", apunta Vanessa Castañeda, directora de Next Level Training and Consulting y docente en la Escuela Bancaria y Comercial (EBC).
En año nuevo hay más motivación, la gente se siente más feliz, con más energía y con la creencia de que puede cumplir sus propósitos porque es el inicio de un ciclo; pero, conforme pasa el tiempo, las personas se desmotivan o crean una nueva curva que no los mantiene enfocados, apunta Rosalinda Ballesteros, directora del Instituto de Ciencias del Bienestar y de la Felicidad de la Universidad Tecmilenio.
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