Terézia Šajgalíková, embajadora de Eslovaquia en México, llegó por primera vez al país en 1995 y notó que en las mesas de los restaurantes predominaban las bebidas locales, principalmente, la cerveza y el tequila. Entonces, el mercado mexicano recién había firmado un acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá, y las marcas extranjeras tenían poca penetración.
“Hace 28 años no había cartas de vino, nadie bebía vino”, opina Šajgalíková.
Pero a casi tres décadas de distancia, la historia es diferente. Hoy, México tiene 14 tratados comerciales que abarcan 50 países y eso se refleja en la variedad de marcas disponibles en prácticamente todos los segmentos de consumo, incluido el de las bebidas alcohólicas.
“La ciudad [de México] se hizo mucho más metropolitana, mucho más moderna. Surgieron restaurantes de lujo donde ya es común que haya carta de vinos”, añade.
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