Viviendo Extra-ordinariamente La paz de poner nuestro valor en el "ser" no en "el hacer"

Estamos ante una crisis de salud mental donde las cifras de ansiedad y depresión crecen, siendo la depresión la segunda causa de discapacidad en el mundo y donde hay 301 millones de personas viviendo con ansiedad. Y es ahora cuando tenemos mucho más acceso a información, educación, equidad de género, oportunidades, salud, entre otros aspectos que nos podrían ayudar a vivir con mejor calidad. Entonces, ¿por qué, al parecer, ahora somos más infelices? ¿Dónde nos perdimos? ¿Y por qué nos convertimos en 'la generación triste de las fotos bonitas'?

- Ana Carbajal

Tenía 18 años y estaba presentando un examen de inglés. La tarea consistió en hablar con una profesora ajena acerca de los sueños de nuestra vida. Ella comenzó. Era rubia, con las mejillas rosadas y alegre. Estaba recargada cómodamente en su silla, toda su expresión era de relajación, mientras yo, nerviosa, cruzaba las manos en aquella mesa improvisada.

—Mi sueño es tener la vida que estoy teniendo ahora, estoy bien con una vida normal —me dijo alegremente—. Con tener suficiente dinero para ir a cenar de vez en cuando con mis amigos, una que otra vacación al año y un trabajo estable que pague mi renta. No necesito más. ¿Y tú, Ana? ¿Qué sueñas en la vida?

Me tardé en contestar; entre la barrera de mi inglés limitado y mi sorpresa por lo que estaba escuchando, me quedé en el limbo. No podía creer que se veía tan feliz diciendo eso, mientras yo la juzgaba al pensar: ¿cómo puede desear una vida tan ordinaria? ¿Por qué no tiene sueños grandes o ambiciones?

—Yo sueño con comerme al mundo, viajar por años, escribir libros, dejar un legado y muchas cosas más —contesté. —Eso está muy bien —me dijo. No entendía cómo alguien en sus treintas no necesitaba más. ¿Cómo no quiere dejar un legado, ser reconocido en una carrera importante o tener éxito económico?

Para mí, escuchar “no necesito más” era tan extraño porque yo siempre había necesitado más. Desde niña, quería una casa más grande, más dinero para que mi mamá no estuviera estresada, más amigos, más ropa, más viajes; quería ser más perfecta, más inteligente, más y más, porque mi valor como persona estaba en lo que hacía, no en quién era, porque para mí ‘yo no era nadie’ y siempre había escuchado: “tienes que ser alguien en la vida”. Entonces, me dediqué años a lograr ser ese alguien, abandonando por completo al ‘ser’ que ya era.