LUDÓPATAS POR DISEÑO

EL NUEVO DIOS ES EL CAPITAL Y EL PARAÍSO ES UNA GANANCIA MONETARIA QUE, A TRAVÉS DE LAS CRIPTOMONEDAS, NOS CONDUCIRÁ A UN NIRVANA ESPIRITUAL.

-  JAVIER MORENO

El Homo speculans sería una criatura para la que lo racional y lo irracional, la cobertura y el riesgo dejan de estar expuestos, operando con la contingencia como un ruletista.

La criptosecta ha secuestrado a nuestros hijos», ese fue el espectacular titular con el que el diario El País (en su edición del 24 de abril de 2022) encabezaba la noticia acerca de cómo miles de jóvenes eran captados y adoctrinados por la empresa de inversión en criptomonedas IM Academy. No por hiperbólico resulta el titular menos preciso. En efecto, como en cualquier secta, a los jóvenes se les insta a distanciarse de su entorno más cercano (familia y amigos) advirtiéndoles de que ellos (los demás, los no criptoiniciados) no entenderán su mundo, haciéndoles creer en un paraíso ficticio en el que uno puede hacerse rico tratando que los que están más abajo en el escalafón (como en cualquier secta, la estructura de IM Academy es altamente jerárquica) compren los productos que proponen los Jefes de Equipo. Como en toda secta, la iniciación posee un componente mistérico. En este caso se trata de un esoterismo emanado de la complejidad de los algoritmos de blockchain que constituyen la esencia de las criptomonedas. Nadie ha visto nunca un bitcóin ni un ethereum del mismo modo en el que nadie ha visto a la Virgen de Fátima y, sin embargo, se cuentan por millones los que creen en ellos. En ambos casos, en el de las apariciones marianas y en el de las criptomonedas, no son pocos los que consiguieron enriquecerse. La mutación que nos ocupa consiste en el tipo de recompensa que uno espera a cambio del sometimiento a la disciplina sectaria. Mientras que en tiempos pasados el beneficio consistía en la promesa de un paraíso ultramundano, en cierta aura espiritual vinculada a la superación personal y en la persecución de un sentimiento de fusión unitaria con el universo, en el caso que nos ocupa se trata de una ganancia monetaria, de un satori estrictamente venal.