Jinete oscuro

Resultado del sincretismo entre el México prehispánico y el colonial, este legendario personaje encarna lo maligno con fines aleccionadores.

La oscuridad, representada para los mexicas por su dios Tezcatlipoca, fue asumida a partir de la Conquista española como símbolo del mal a través de míticos personajes, como el Charro Negro. De acuerdo con una descripción genérica, este era “un hombre hermoso, de cuerpo varonil, moreno, con azabaches bigotes, vestido de negro y plata, con todos sus dientes de oro. En algunas ocasiones porta un sombrero de charro y en otras, tejana de palma. Se pasea por las calles montado en un brioso corcel negro que arroja lumbre del hocico, aunque también se le ha visto conduciendo un carruaje muy largo”.

A partir de este retrato, en palabras de Vania Salles y María Ana Portal –investigadoras de El Colegio de México y de la Universidad Autónoma Metropolitana, respectivamente–, el Charro Negro ha sido identificado como protagonista en varias leyendas de distintas épocas a lo largo y ancho del país.

Uno de esos relatos forma parte de Historias, crónicas y leyendas de Los Altos de Jalisco y se remonta a fines del siglo XVIII, durante la feria de San Juan de los Lagos. Se cuenta que hasta ese pueblo llegó un hombre descrito como apuesto, galante y de exquisitos modales. Vestía de traje y sombrero de charro negros y montaba un imponente caballo, causando la admiración de las damas y el recelo de los caballeros. Aquel individuo –de quien no se recuerda su nombre– decía venir de España y estar a la espera de sus bienes, a fin de establecerse en aquella población que consideraba idónea para vivir.