Novela gráfica – Casa transparente

La argentina María Luque combinó algunos años su trabajo de dibujante con el encargo de cuidar casas ajenas. En su más reciente novela gráfica, narra aquella actividad que le ayudó a sobrevivir emocional y profesionalmente.

- Por Jesús Pacheco

Después de una separación, la ilustradora argentina María Luque (Rosario, 1983) había vuelto a casa de sus papás, estaba tratando de reorganizar su vida y no sabía cómo generar dinero con sus dibujos. «Estaba bastante pobre», confiesa.

Aquel momento coincidió con el viaje de una amiga que tenía gatos y necesitaba que alguien los cuidara durante su ausencia. María asumió la tarea y aprovechó la encomienda para vivir sola.

Pronto se hizo de fama de buena cuidadora de gatos y plantas; sin que se diera cuenta, más amigos empezaron a pedirle que cuidara sus casas.

«Algunos desconocidos también me escribieron y hasta me ofrecían casas frente al mar», cuenta en entrevista. «Aprendí un montón de cosas en ese tiempo, y era una especie de novedad constante. Siempre estaba conociendo un barrio nuevo, nuevas verdulerías, nuevos museos y bares, y eso te da mucha vitalidad y muchas excusas para dibujar».