Sobrevivir el 19S

Cientos de personas lograron escapar del colapso de un edificio gracias al azar o a sus rápidos reflejos. Muchos de ellos quedaron a la deriva, como náufragos del polvo. Impactados emocionalmente, refugiados en albergues improvisados, esperan una oportunidad para comenzar de nuevo y volver a la vida.

- Por Diana Delgado, Dulce Ahumada y Caterina Morbiato

1 IDALIA, SAMUEL, PANTERA

Un gato negro y rollizo, de ojos verdes, sale de los escombros.

Unos minutos antes, el golpe de los picos y las palas marcaba un latido. Como si vecinos y vecinas, brigadistas y voluntarios fueran un solo cuerpo. Decenas de manos levantaban piedras, aferraban cubetas pesadas, envolvían sándwiches. Así fue hasta que las manos pararon y se volvieron puños, altos en el cielo.

El silencio se extendió por varios minutos, hasta que los puños se volvieron aplausos. Había vida: hecho bolita, Pantera pasó más de 24 horas entre los pedazos de concreto. Ahora parece asustado. Tiene las uñas rotas, el pelo lleno de polvo. Está deshidratado, pero vivo.

Pocos segundos después de que la tierra se cimbrara, del número 178 de la calle Niños Héroes de Chapultepec no quedaba nada más que pedazos. Este edificio habitacional de cuatro pisos era también el hogar de Pantera y de sus dueños: los hermanos Idalia y Samuel Hernández Lira. Ambos estudiantes de medicina en la UNAM. Él se encontraba en prácticas en el Hospital Psiquiátrico Fray Bernardino Álvarez; ella en la Unidad de Medicina Familiar no. 28 del IMSS. Cuando supieron que su casa estaba derruida, durante horas la angustia se apoderó de su ánimo: pensaban en Pantera.