RAÍCES

Una colección de botellas de la joya de la corona de este ron premium intervenidas con la técnica huichol, es más que un elixir: es toda una vida... que se bebe a tragos. Esto es Brugal 1888 x Menchaca Studio.

- ÁLVARO RETANA

El lujo persigue la perfección, que a veces se esconde en los rincones más inesperados: por ejemplo, en una botella de ron que captura el sabor de República Dominicana. Un sabor delicadísimo que a la dulzura original de la caña de azúcar añade, como las capas y capas de tul de una de las inmensas faldas de la colección Corolle de Christian Dior, los ecos del bourbon y el jerez a través de un proceso de doble añejamiento en barrica, con notas especiadas, toques a chocolate, café tostado, toffee, madera y canela. Ojo, no todos los rones evocan la piel de una de esas herederas criollas que fascinaron a los escritores victorianos, sólo uno: Brugal 1888, la joya de la corona del portafolio de esta marca que lleva el nombre de su fundador, el español Andrés Brugal Montaner, cuyos descendientes —la quinta generación ya— siguen vinculados a la empresa fundada por aquel visionario con una vida digna de una novela de Emilio Salgari.