NERVIOS, ESTRÉS, ABURRIMIENTO... EVITA EL HAMBRE EMOCIONAL

Comemos porque necesitamos alimentarnos para sobrevivir, pero también para celebrar o para ahogar las penas, cuando estamos nerviosos o si nos sentimos tristes. La relación con la comida no siempre es la correcta, así que mejor poner remedio lo antes posible.

- INMA COCA

“CON EL DÍA QUE LLEVO, ME MEREZCO UN HOMENAJE”. ¿Quién no ha dicho alguna vez esta frase? Y ¿por qué ese premio nunca es saludable?

Incluso las personas que se creen más rígidas con los hábitos ali-menticios son víctimas del ham-bre emocional. Aunque es más sencillo darse cuenta en casos más típicos, como cuando, por ejemplo, recibimos una mala noticia y acudimos al chocolate para que nos endulce la vida, existen multitud de momentos en los que nuestros sentimientos y emociones mandan más que nuestro estómago. A todos nos ha pasado el estar tan absortos en una tarea (obviamente, que nos gusta y nos motiva) que se nos ha llegado a pasar la hora de comer y no hemos sentido el hambre. De la misma forma, seguro que podemos acordarnos de algún atracón tras vivir una situación estresante o desagradable. O, simplemente, alimentarnos mal a base de comida rápida. Y no solamente por falta de tiempo, también porque el cuerpo nos pide esa ración extra de azúcar y grasa que provoca una falsa sensación de bienestar.

ANTES DE COMER, INTENTA ENTRETENERTE CON OTRO TIPO DE ACTIVIDADES, COMO DAR UN PASEO, LEER UN POCO O HACER ESA LLAMADA TELEFÓNICA QUE SEGURO TIENES PENDIENTE.