Obrando Milagros

UNA SECCIÓN PARA NOSOTRAS con lo que nos importa, nos ayuda y nos motiva.

- Laura Valdecasa

Cuando era pequeña, a Elena García Armada le encantaban los juegos de construcciones y todo lo que fuera montar y desmontar. Una pasión que, de mayor, que convirtió en su trabajo y en su hito: ser capaz de crear el primer exoesqueleto biónico del mundo que permite caminar a niños con tetraplejia o con atrofia muscular.

Sus padres eran científicos y ella quiso seguir la tradición familiar: se doctoró en Ingeniería Industrial y Robótica en 2009 en la Universidad Politécnica de Madrid. Comenzó su trayectoria profesional especializándose en el diseño de robots orientados a la industria, hasta que en 2009 conoció a Daniela, una niña que a raíz de un accidente de tráfico quedó en un estado severo de tetraplejia. Su historia le tocó el corazón y, a partir de ese momento, ha dedicado todos su esfuerzos a fabricar dispositivos orientados a mejorar las facultades físicas, contribuir a la rehabilitación y aumentar la movilidad de niños que sufren enfermedades neuromusculares degenerativas.

MADRE DE ROBOTS

Una de sus primeras creaciones en el campo de la robótica fue SILO 4, un robot de 30 kilogramos pensado para su uso en labores de reconocimiento y rescate en catástrofes y para tareasde localización y desactivación de minas terrestres.

Después llegaría ATLAS 2020, con unos motores a la altura de las articulaciones, es decir, cadera, rodilla y tobillo, además de unos sensores que permiten al exoesqueleto interpretar las acciones del paciente. Cuando un niño se pone el exoesqueleto, hay una integración entre la persona y el robot, razón por la cual el movimiento es tan reconocido, porque actúa como un músculo.