Islas Marías: De Penal A Refugio De Vida Muros De Agua

La mayor isla del archipiélago se sumará a la lista de centros de reclusión transformados en parques ecológicos. Ante el riesgo que conlleva su apertura al público, sólo medidas estrictas preservarán su rica biodiversidad.

Al día siguiente de su llegada a Puerto Balleto, en la isla María Madre, el ornitólogo Eduardo E. Íñigo estaba listo para la revista matutina ante las autoridades de la colonia penal federal a la que debían acudir todos los habitantes del lugar: reos, visitantes, personal militar y de seguridad pública. ará a ormados que medidas sidad.

Aunque no purgaban condena alguna, quienes como él llegaron junto con nuevos reclusos a bordo del buque Maya de la Secretaría de Marina, procedentes de Mazatlán, de alguna manera también se sentían confinados en esa cárcel sin murallas, un paraíso agreste de clima seco, costas rocosas y paisajes llenos de contrastes. Era el año 2008.

Eduardo había acudido con otros científicos a realizar muestreos de biodiversidad pero sus pensamientos volaban como las aves que pretendía capturar con su cámara, al imaginar el amasijo de historias que encerraba la prisión en la mayor de las Islas Marías. La fama de la fortaleza como penal se mezcla con el imaginario popular al ser escenario de películas protagonizadas por Pedro Infante y de la novela Los muros de agua, del escritor José Revueltas, uno de sus distinguidos moradores cuando lo apresaron en la década de 1930.

Tras ese primer pase de lista, Íñigo y su equipo se enteraron de que en la noche previa hubo un saqueo en la bodega de alimentos, trasladados a la isla en el propio buque de la Marina en el cual ellos mismos viajaron. Faltaban varios sacos de azúcar y arroz, así como la carga de levadura que sería utilizada para la panadería, uno de los oficios que practicaban los internos, agrupados por campamentos.