Militancia compromiso con el exilio republicano

A través de sus obras, Picasso visibilizó la situación violenta represiva del régimen de Franco, y fue estandarte para todos esos españoles que vieron su libertad paralizada.

- Beatriz Martínez López

Hace un par de años tuvo lugar en España un importante ejercicio de memoria. Se trataba de conmemorar una fecha trágica, pero ineludible, relacionada con el fatal desenlace para la población civil tras la guerra fratricida (1936-1939). Hablamos, por supuesto, de la celebración, en 2019, del 80 aniversario del exilio republicano español. Lejano en el recuerdo, aunque no tanto en el tiempo, hace menos de un siglo más de medio millón de republicanos fueron abocados a un éxodo forzoso para huir de la virulencia del nuevo régimen. Los que pudieron escapar comenzaron un periplo marcado por la nostalgia, la desesperanza, el hastío o la pérdida. Factores, estos últimos, que se recrudecieron por el fenómeno de la dispersión geográfica. Se configuró así una suerte de cartografía del exilio cuyos focos de acogida principales fueron tres: la Unión Soviética, América Latina y Francia. Precisamente en la capital gala se encontraba Pablo Picasso, artista malagueño cuya figura y producción plástica eran, ya entonces, reconocidas a escala internacional, un dato que conviene no olvidar. ¿Por qué?, se preguntarán. Pues bien, porque la fama del pintor es clave para comprender el origen de la historia que nos ocupa, y que comienza con el estallido de la Guerra Civil y la abierta adhesión del artista a la causa del Gobierno de la Segunda República española.

PABELLÓN de la República española en la Exposición Internacional de París de 1937, izquierda. Figura de mujer (1937), por Pablo Picasso, derecha.