Oráculos de ayer, hoy y siempre: ¡pregúntales!

La fuente más taquillera a la cual han acudido los mortales para conocer su destino se ha transformado a través del tiempo, incrementando su popularidad.

- Por Luis Felipe Brice

TEMPLOS PASADOS. Ruinas del Santuario de Atenea Pronaia en Delfos, el ombligo del mundo de la Antigua Grecia.

En su insaciable obsesión por descubrir qué les depara el futuro, hombres y mujeres de todas las épocas y latitudes han recurrido a diversas fuentes en búsqueda de respuestas. Entre esos medios de adivinación destacan —por ser los más taquilleros— los oráculos, siendo uno de los más antiguos y famosos el de Delfos, dentro del templo de Apolo, al pie del monte Parnaso, en la vieja Grecia.

Dios de las profecías

Cuenta la leyenda que Delfos se convirtió en el centro del orbe cuando Zeus (rey de los dioses) soltó dos águilas —una desde el oriente y otra desde el occidente— que al coincidir en un punto fue declarado “ombligo del mundo” (omphalós) por la suprema deidad. El nombre original del lugar había sido Pytho (de ahí las denominaciones de pitia y pitonisa), estaba bajo el dominio de Gea (diosa de la tierra) y era custodiado por su hijo, la serpiente Pitón. En busca de un sitio donde erigir uno más de sus muchos templos, Apolo (dios del sol y las profecías e hijo de Zeus) mató al reptil y se apoderó de aquel territorio. Además, encarnado en delfín (de ahí el nombre de Delfos), se hizo de los tripulantes de un barco de Creta a fin de convertirlos en sacerdotes de su santuario.