VENTANAS A UN PASADO CLÁSICO

Con su arte, el neerlandés Alma-Tadema nos transporta a lugares como Egipto, Roma o la Grecia en sus eras clásicas. Con su maestría nos envuelve en atmósferas melancólicas repletas de aromas, misterio y sentimientos.

- Eva Domínguez Aguado

Cuando el planeta estaba inmerso en plena Revolución Industr ia l , el neerlandés Lawrence A lma-Tadema (1836-1912) decidió sumer girse, a través de su pintura, en un universo antiguo y onírico, que hace de sus obras algo inconfundible. Sus primeros cuadros reflejan temas merovingios y en ellos comienza a tratar el mármol de un modo que lo acerca al hiperrealismo; llegaría a convertirse en uno de los mejores pintores de texturas, como también se observa en otros objetos dentro de sus cuadros, como las flores.

Su atracción por las escenas de historia –mezcladas con un toque de romanticismo– lo convierte en uno de los pintores de mayor rigor con la Antigüedad.

Viajero incansable, recorrió la Italia romana y plasmó su fascinación en algunas de sus mejores obras. Su fama se ganó fuerza cuando conoció al marchante belga Ernst Gambert, que le abrió las puertas al mercado belga e inglés.

Tras pasar por la representación del mundo romano más político y del egipcio, sus obras tomaron un nuevo rumbo en el que la reflexión y el reposo fueron el hilo conductor. La delicadeza con la que trata los materiales produce pura sinestesia en el espectador.