Salamanca: 3 días de regalos inesperados

Cuando me lo recomendaron, tuve que buscarlo en el mapa, la verdad. Salamanca no es uno de esos destinos que circulan en Instagram para pasar el fin de semana en pareja. Nos haban invitado a San Miguel de Allende, pero no queramos glamour.

- Por Luza Alvarado

Antes de este viaje, lo único que sabíamos de Salamanca es que había una refinería de Pemex. “Sí sabes que la palabra ‘refinería’ es un matapasiones infalible, ¿verdad?”, dijo mi novio cuando se lo propuse. Y tenía razón. Sin embargo, cuando le mostré las fotos del tour “se puso flojito” y aceptó.

La ruta del nopal

Llegamos a Valtierrilla y nos estacionamos en la plaza central: chiquita, discreta, tranquila, lo que uno espera de un pueblito en el campo. Antes de buscar a nuestro guía, caminamos por los alrededores y nos dimos una idea de cómo iba a estar el día: canasta de pan de nopal; carrito de nieve de nopal; puesto de garnachas con tortilla verde, hecha de nopal, claro está… “Órale, el pueblo podría llamarse Nopalandia”, dijo mi novio. Le di un codazo al ver que nuestro guía se acercaba. Nos saludó y nos entregó unos sombreros; luego subimos a una carreta tirada por un tractor. Ya sentados en unas pacas de paja, a modo de butacas, iniciamos el recorrido. Un trío de cantantes muy jóvenes iba amenizando el trayecto con unas versiones muy sui generis de canciones rancheras. Entre la letra de las canciones y el viento que nos volaba el sombrero, íbamos como chamacos, muertos de risa.