Renace el trono del crisantemo

Este mes marca el inicio de una nueva era para la realeza japonesa: el emperador Akihito hará realidad su deseo de abdicar, dejando el poderen manos de su primogénito y de su polémica nuera.

- Por María del Carmen López

A lo largo de dos siglos ningún emperador nipón había considerado renunciar a su cargo hasta que Akihito se percató de que era momento de dar paso a las nuevas generaciones, ya que su edad y su salud le impedían cumplir de manera adecuada con sus funciones oficiales. Así, hace casi tres años anunció su intención de dejar el trono, una idea que se materializará el próximo 30 de abril cuando, al retirarse, deje en manos de su hijo mayor, el príncipe Naruhito, la responsabilidad, junto a su esposa Masako. Ambos se convertirán en los emperadores número 126 en representar al imperio japonés.

La voz de un sabio

Akihito nació diferente. Fue esperado con ilusión por sus padres Hiroito y Nagako; fue el primer varón, convirtiéndose así en el heredero real. Pero no sería esto lo que lo distinguiría ni tampoco el hecho de que, como marca la tradición, fuera separado de sus padres con sólo tres años para que un grupo de expertos empezara a formarlo como el futuro emperador. No. Hay que decir que fue el primero de su linaje en no ser considerado un semidiós (la monarquía nipona mantiene el llamado ‘derecho divino’ y en japonés la palabra para el emperador es tenno, que significa ‘soberano del cielo’, al ser jefe de Estado y máxima autoridad de la religión shintō) y ello lo ubicó en un lugar más terrenal de lo que sus antepasados habían experimentado. Nacido el 23 de diciembre de 1933, fue testigo de los horrores de la Segunda Guerra Mundial y pasó por la experiencia de ser evacuado, al igual que sus compañeros de escuela, a sitios remotos para librarse de la tragedia.