NO TODOS LOS HACKERS SON ENEMIGOS

La palabra suele tener una acepción negativa, pero a nivel empresarial se requiere este tipo de perfiles para apuntalar los sistemas de seguridad de las compañías.

- Fernando Guarneros

Javier Bernardo es un experimentado hacker. Su trabajo es poner a prueba los sistemas de ciberseguridad de las empresas hasta encontrar un punto vulnerable de acceso. A diferencia de lo que se cree, él no trabaja desde la clandestinidad y tampoco esconde su identidad. Su oficina es colorida, está bien iluminada y reúne a talentosos hackers que someten a las compañías a duros procesos para comprobar si en realidad son seguras.

Bernardo es el líder de hackers éticos en Strike, una empresa de ciberseguridad fundada en Uruguay con presencia en Latinoamérica, Estados Unidos, Europa y Asia, por lo que es consciente del estereotipo alrededor de la palabra hacker, que dicta que las personas dedicadas a esta actividad son criminales en internet buscando un beneficio económico.

Pero hacking también tiene una acepción positiva, pues es cuando se prueban los sistemas de seguridad con el consentimiento de las empresas con el objetivo de identificar brechas, reportarlas y solucionarlas antes de que un ente malicioso se aproveche.

"Buscamos técnicas de ciberseguridad defensiva para identificar vulnerabilidades, remediarlas o mitigarlas. La idea es utilizar todas las habilidades de un hacker en la detección de fallas o errores", comenta Bernardo.

El primer paso en el trabajo de un hacker de sombrero blanco, como también son conocidos, es tener claros sus objetivos; es decir, qué área se va a analizar para saber cómo atacar y encontrar las brechas para acceder a la información.

Luego del acceso, comienza la etapa de escaneo de los posibles puntos de ataque. Para ello, los hackers deben saber qué tecnologías usan las empresas, con qué lenguaje de programación trabajan, los sistemas operativos o los servidores donde se aloja su información.