Hombre renacenstista

Sabato De Sarno ha llegado para transportar a Gucci a una nueva era. JASON HOROWITZ conversa con el diseñador del momento. Retrato de ANTON CORBIJN.

ASabato De Sarno no le gusta recibir gente en su casa. "Nunca recibo a nadie", me dice De Sarno, el director creativo de Gucci, mientras estamos sentados en el sillón de su sala frente a su perro, Luce.

Nunca invita a sus colegas a cenar, su esposo vive en Bruselas, y ni siquiera sus padres pueden pasar la noche ahí. "Es mi lugar, el espacio donde me relajo", dice De Sarno, un hombre de 40 años con cara de niño, pelo y barba muy cortos, mientras juega con los hilos de su sudadera vintage de Jurassic Park. "Aquí es donde logro desconectarme del trabajo".

Las paredes del departamento, que se encuentra en el barrio renacentista de Roma, están decoradas con obras contemporáneas de Jannis Kounellis, un artista griego que esbozaba palabras sobre sus litografías, y Sidival Fila, un fraile franciscano que pinta lienzos de telas cosidas. Hay grabados de íconos italianos, incluido uno del escritor y director Pier Paolo Pasolini (De Sarno me comenta con orgullo que el valor de este último se ha disparado desde que su predecesor en Gucci, Alessandro Michele, organizó una muestra del fotógrafo en un museo de Roma). Colgando del altísimo techo y por encima de los muebles minimalistas de la habitación descansan esculturas de fertilidad de Cerdeña, una de las cuales luce el profundo color burdeos en el que De Sarno se está inspirando para las bolsas, zapatos, faldas y sacos de Gucci. El mismo nombró a este color (y a su primera colección de pasarela el pasado mes de septiembre), Ancora, que significa "otra vez"-en el sentido insaciable, me cuenta- "de cuando besas a alguien que te gusta y no quieres dejar de hacerlo". Esa es también su ambición para Gucci, me dice: impregnarlo de pasión. "Quiero que Gucci toque el corazón de la gente", dice.