“Nada me preparó para lo que vi”

Una fotografía devastadora. Una amenaza compleja. Clamor global. Pero, sin ninguna duda, National Geographic no debió culpar al cambio climático por la muerte de este oso.

- Por Cristina Mittermeier

EL CAMBIO CLIMÁTICO ES UN ASESINO INDIRECTO: mata mediante incendios, sequías, frío e inanición. La relación entre la muerte de un animal en particular y el cambio climático rara vez es clara, incluso cuando el animal está tan demacrado como este oso polar.

El fotógrafo Paul Nicklen y yo hemos emprendido la misión de capturar imágenes que comuniquen la urgencia de enfrentar el cambio climático. Con esta imagen creímos haber encontrado el modo de ayudar a la gente a imaginar cómo sería el futuro con el cambio climático. Quizá fuimos ingenuos. La foto se hizo viral y la gente la tomó en sentido literal.

Hace un año, mientras buscaba locaciones, Paul encontró el oso polar en una ensenada aislada en la isla Somerset, en el Ártico canadiense. De inmediato me pidió que reuniera a nuestro equipo SeaSwat, de SeaLegacy. Fundamos SeaLegacy en 2014, una organización que emplea la fotografía para transmitir un mensaje de conservación del mar. El equipo SeaSwat es una unidad de despliegue de narradores que cubren temas urgentes. Un día después de que recibiera su llamada, nuestro equipo se trasladó a un poblado inuit en la bahía Resolute. No había la certeza de que encontraríamos el oso ni de que seguiría con vida.

Cuando llegamos a la ensenada solo vi algunos edificios en ruinas, barriles de combustible vacíos y un paisaje muy desolado. No lográbamos ubicar al oso. Hasta que levantó la cabeza pudimos verlo tirado en el piso, como un tapete abandonado, casi sin vida. Por la silueta de su cuerpo, parecía ser un macho grande.