Frida inmersiva

Sí, sí, mucha Frida, ¿y qué? Nos encanta, y con esta experiencia sensorial desplegada en 1,600 metros cuadrados de pura textura te adentras –literalmente– en su obra.

- Por Cris Winters

El Monumento a la Revolución es un buen presagio. Llegas al Frontón. Antes de ingresar, ya todo es Frida. Distintas marcas se han encargado de que haya una oportunidad para tomarte una foto en cada rincón. Cruzas la puerta. Ahora el espacio oficial para la photo opportunity que amenaza con inundar Instagram y a un lado Trazo Libre, actividad inspirada en el diario de Kahlo.

La pantalla se vuelve el lienzo donde con un pincel real puedes hacer trazos con luz. La acción es altamente adictiva. Terminas. Ahora, frente a ti, el rumor de la experiencia inmersiva, que se deja ver detrás de una suerte de cortina hecha de cuerdas. Ni más ni menos que mil 850 metros cuadrados que, gracias a más de 80 proyectores y 90 personas trabajando, se transforman en mil 600 metros cuadrados de proyección con imágenes referentes a la icónica artista mexicana. Atraviesas la cortina. Ahí te percatas de que el piso está cubierto de arena, mientras que tus oídos se agasajan con la música original grabada por diez instrumentistas y una orquesta de mujeres de la Sierra Oaxaqueña. Si quisieras resumirlo, podrías deletrear la palabra textura. Comienza el recorrido, en el que a lo largo de 45 minutos descubrirás el universo de la artista mexicana. La voz en off leyendo sus frases. Los personajes de 26 de sus cuadros cobrando vida. El corazón de la exposición: un círculo-laberinto hecho de cortinas, pero con un imponente candelabro con piezas de vidrio soplado en el interior.