Carrie Más Que Nuestra Princesa

Cada que me miro al espejo le tengo que pagar un par de dólares”, bromeaba Carrie Fisher en 2005, durante el tributo a la trayectoria de George Lucas del American Film Institute (AFI).

- Carlos Del Río

Con ironía, aludía a la comercialización de productos de Star Wars y a los derechos de Lucas sobre la apariencia de cada intérprete y personaje de la saga fílmica.

Ése era su sentido del humor. Sarcástico. Burlón. Inteligente. Así era nuestra princesa. Princesa, sí, porque en la memoria colectiva nos es imposible deslindarla del papel de Leia Organa en la trilogía original de La guerra de las galaxias, además de los Episodios VII y VIII (que estrenará en diciembre) y su versión digital en Rogue One: Una historia de Star Wars. Princesa, rebelde, líder, guerrera, esposa, madre y generala, Leia no sólo es el miembro de la familia Skywalker con mayor fortaleza ( jamás flaqueó ante las tentaciones del lado oscuro), sino también un personaje fílmico que causó un profundo impacto cultural. En 1977, el alcance global de Star Wars nos presentó a una Leia que rompía paradigmas sobre la damisela en peligro. Una princesa que podía salvarse a sí misma (“¿A esto llaman rescate?”), infundir pasión con su liderazgo y fría franqueza en sus opiniones. Un modelo de feminismo desafiante y precoz en la pantalla grande.