Una fuerza oculta

El cine de Terrence Malick está dominado por una pregunta constante: ¿qué hay antes y después de nosotros? Su película más reciente, Una vida oculta, es tan sólo un reflejo de sus propias convicciones.

- Por Jorge Negrete @jjnegretec

Una película completa de Terrence Malick podría abarcarse en un par de líneas e incluso en algo más corto que una oración. Eso es porque la anécdota, tan importante en la producción de contenido audiovisual actual, suele ser simplemente una plataforma sobre la que el cineasta texano se impulsa para crear un mundo singular, cuya belleza solamente es equiparable a la ansiedad y desasosiego que lo permea. Desde los vastos llanos de Badlands (1975), hasta las imponentes colinas que figuran en su nueva película, Una vida oculta, Terrence Malick es un cineasta que concibe el espacio desde un lugar que lo distorsiona, que disipa su foco y que enaltece una experiencia afectiva intensa a partir de la imagen.

Tras una pausa de más de 20 años sin filmar, fue finalmente en 2011 que Malick presentó El árbol de la vida, una película tan revolucionaria y de una influencia tan fuerte que muchos han acusado al cineasta de ser incapaz de abandonar ese “estilo” y filmar algo “diferente”. Películas como Deberás amar (2012), Knight of Cups (2015) o Song to Song (2016) fueron duramente criticadas por ser consideradas “repetitivas” y “vacías”. En realidad, más que repetir lo que había funcionado tan bien con El árbol de la vida, Malick parecía interesado en explorar una angustiante idea que recorre su filmografía: ¿qué hay antes de nosotros y qué sigue después de nosotros?

Un hombre de convicción