La REVOLUCION del pantalón

En apenas 15 años, pasó de ser signo de travestismo a prenda de reafirmación. Y quien lo logró fue, una vez más, el cine.

La actriz Katharine Hepburn, vestida con traje pantalón (1940).

Cuando el siglo XX empezó, había cosas de hombres y punto. Una de ellas fueron los pantalones. Que las mujeres los llevaran se consideraba puro travestismo, estaba prohibido y era motivo de arresto. Y aunque muchas sufragistas defendían su uso, eran tachadas de indecentes, andróginas, feas, libertinas y defensoras del divorcio. Con todo, su uso inicial se limitó a un bombacho deportivo para las privilegiadas o para trabajar en las minas, las que no lo eran. Lo que hacía mínimamente tolerable su uso era su practicidad.

En 1911, las cosas empezaron a cambiar. El diseñador francés Paul Poiret lanza un bombacho elegante, con reminiscencias orientales y turcas, y un pantalón recto de inspiración deportiva. No gustaron. Sin embargo, la llegada de la guerra, que evidenció su comodidad como prenda de trabajo, no caló entre la población femenina que seguía viéndolo como una prenda masculina que afeaba el cuerpo.