UNA DEVASTACIÓN SIN PRECEDENTES

Por sus letales y destructivos efectos, la erupción del volcán Krakatoa es considerada una de las peores catástrofes naturales de la historia.

- Luis Felipe Brice

MEMORIAS DEL GIGANTE. Grabado que publicó el desaparecido Harper's Weekly que representa al Krakatoa antes de la erupción de 1883.

No bien había amanecido el N lunes 27 de agosto de 1883 cuando los habitantes de las poblaciones cercanas al volcán Krakatoa se sobresaltaron al escuchar ensordecedoras explosiones. De esta manera, aquellos aterrados pobladores de las islas que conformaban las Indias Orientales Neerlandesas (hoy Indonesia) eran testigos y víctimas de una de las erupciones volcánicas más catastróficas de las que se tenga memoria.

Los violentos estallidos del Krakatoa, además de arrojar una gran cantidad de vapor, ceniza, lava, rocas y gases a muy elevadas temperaturas, levantaron gigantescas olas de hasta 40 metros de altura. Estos tsunamis fueron la principal causa de muerte de poco más de 36,000 personas, según cifras oficiales; aunque, de acuerdo con otros datos, fueron más de 120,000.

Ello sin contar los millares de heridos a causa de la caída de fragmentos rocosos alrojo vivo (piroclastos). Otra consecuencia fue que la pequeña isla de Rakata, donde se situaba el volcán, entre las islas de Java y Sumatra, prácticamente desapareció.

Acerca del devastador efecto de los tsunamis, el ingeniero neerlandés Rudolf Adriaan van Sandick, autor de En el reino del volcán (1890), escribió: "Una ola enorme surgió repentinamente del mar [...] La ola llegó a Telukbetung [hoy Bandar Lampung, Indonesia] y entró. Tres olas colosales más llegaron en sucesión. Nada las detuvo y destruyeron todo Telukbetung ante nuestros ojos [...] las casas desaparecieron y todo se convirtió en mar [...] donde minutos antes estaba Telukbetung".