¿QUÉ PASA EN UNA CASA DESPUÉS DE UN FEMINICIDIO? EN UNA CIUDAD CON ALTOS ÍNDICES DE IMPUNIDAD, LA FALTA DE JUSTICIA PROVOCA UN DESGASTE DIARIO Y EL DUELO SE CONVIERTE EN LOCURA. A SEIS MESES DEL FEMINICIDIO DE VICTORIA SALAS, SU FAMILIA NO SE RESIGNA AL SILENCIO.
Un laberinto de color amarillo mostaza, eso es la colonia Las Cabañas. Los pasillos, cada vez más angostos, serpentean entre casas sin fronteras visibles entre sí. Avanzar por aquí es conocer el extravío: cuando piensas que entendiste la lógica de la numeración de las casas, el orden se rompe y hay que empezar de nuevo. Los mapas digitales ni siquiera tienen registrado el nombre de los andadores. Al exterior, sobre Calzada de las Bombas, circulan las ambulancias del Hospital General Regional número 2 de Villa Coapa, sus sirenas aturden al igual que los motores y claxonazos de los autos. Perderse es fácil, pero eso no provoca miedo, porque los vecinos son amables.
—¿Aquí es el 42 B?
—Sí, pero no hay nadie —contesta un habitante de la zona. Hace una pausa antes de preguntar, curioso—. ¿A quién buscas?
—A Consuelo Salas.
—Ah —su rostro cambia, se apena. La otra vecina, que antes platicaba con desen voltura, baja la mirada—. No, es en el otro 42 B. Hacia allá.
Además de los números de las casas, aquí también se mezclan los ruidos. El tráfi co se convierte en un rumor de fondo donde destaca la pelota que rebota en el piso, ladridos de perros, pláticas entre vecinos, pasos llenos de prisa. Pero basta acercarse a la casa de Consuelo Salas para que el ruido se apague hasta dejar sólo el silencio: nadie cuchichea por aquí, los niños no juegan.
Basta cruzar la puerta con el moño blanco clavado en el umbral para que los sonidos minúsculos se amplifiquen: la respiración misma, la fricción al sentarse sobre un sillón. Hoy es 27 de octubre del 2017, seis de la tarde, y el silencio en esta casa angustia. No es un silencio de calma sino de luto. Y el luto grita.
Esta historia es de la edición Marzo 2018 - 172 de CHILANGO.
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