Es curioso, pero sólo los muy bregados en el campo saben que los venados entran en berrea ya a finales de agosto. La mayoría de los cazadores se quedan en aquello de que la berrea es en septiembre y la realidad es bien distinta. Ya he contado en varias ocasiones que la berrea, como tal, es un proceso que nada tiene que ver con la mejor o peor otoñada y que su ciclo se rige por las horas de luz. Tan sólo así se podría conseguir una estabilidad en los nacimientos en la primavera siguiente. Si fuera la abundancia de lluvia la que determinara la berrea, podríamos encontrarnos con años muy secos en los que no nacería ningún gabato, y eso no es lo que ocurre.
Pero bueno, estábamos con los venados y su berrea en agosto. Como decía, los que viven el campo de forma permanente saben que en agosto ya se escucha berrear de cuando en cuando a algún macho por nuestras sierras. Esto es fruto del aumento de la melatonina en sangre tras el descenso sutil de las horas de luz después del solsticio de verano, allá por el final de junio. Esa hormona la regulan las horas de luz, y su aumento supone, a su vez, un aumento de la testosterona en los machos, que lleva primero a detener el crecimiento de la cuerna y su limpieza del terciopelo que la cubre, y luego a desencadenar todos los procesos vinculados a esta hormona masculina.
LAS UNIONES DE MACHOS SE ROMPEN
Esta historia es de la edición Agosto 2019 de Caza Mayor.
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