De coche muy pequeño a icono histórico en 5 pasos

El Tout Petite Voiture, o TPV, fue un prototipo que apuntaba directamente a la Francia rural. Fue recibido con frialdad por la crítica, pero el público lo abrazó con entusiasmo

- Luis I. Guisado

MEDIADOS DE LOS AÑOS 30 DEL SIGLO PASADO. La movilidad estaba viviendo momentos convulsos. Se empezaba a pensar que el automóvil tradicional, grande y costoso, estaba bien, pero debía dar paso a coches más sencillos.

Aparecieron figuras como Joseph Ganz en Alemania, que defendía un modelo pequeño pensado para el pueblo. Un volks-wagen (ya sabes, "coche del pueblo" literalmente en alemán) con el que movilizar a las masas. Este hombre tuvo un problema, que era un judío en la Alemania nazi: descartado. Su testigo lo recogió Ferdinand Porsche, que fue el que recibió el encargo del concepto.

Los alemanes no fueron los únicos: Fiat lanzó el 500 Topolino, que era pequeño, muy práctico y barato. Y en Francia ocurrió algo parecido.

Cuenta la leyenda que cuando Michelin compró Citroën en 1937, lo hizo pensando en potenciar su negocio. Si vendían muchos coches, entonces “muchos coches” iban a necesitar de sus neumáticos. Y ¿qué había, más ricos o más trabajadores humildes? Su primer director general, Pierre-Jules Boulanger, un tipo inteligente, audaz y visionario, lo tenía claro: necesitaban un coche para las clases populares. Vamos a conocerlo en cinco cómodos pasos.

1 Un prototipo austero 

En 1937, tras la compra por el fabricante de neumáticos, en Citroën decidieron llevar adelante el proyecto TPV (Tout Petite Voiture).

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