Arte Detrás De Las Rejas

Dentro el penal de Puente Grande, Jalisco, Jorge Cueto-Felgueroso ideó un proyecto que combina el arte de los tatuajes con la moda y, además, transforma vidas. Hoy genera más de 200 empleos y suma 12 tiendas en México y Europa.

- Arianna Jiménez Pérez

Jorge Cueto-Felgueroso estuvo preso durante 11 meses en el penal de Puente Grande, Jalisco, entre 2012 y 2013, mientras se aclaraba una demanda por fraude a empresa para la que había laborado tres años atrás. Su paso por el reclusorio no fue en vano: mientras se determinaba su situación y se buscaba su libertad, ideó una forma de ocuparse y a la vez incentivar a sus compañeros para que aprovecharan sus notorias dotes artísticas.

Jorge no es artista, sino actuario de profesión por la Universidad Anáhuac. Sin embargo, notó que dentro de esa cárcel (en la que viven 12,000 presos) el tatuaje es una de las actividades con las que mejor se expresan los reclusos. Pidió autorización para ingresar pinturas y materiales provenientes de una fábrica de pinturas propia, con el fin de mantenerlos ocupados, lejos de riñas y drogas, y se apoyó del taller de artesanías dentro del penal para iniciar con un proyecto de tatuaje o cincelado en cuero para crear bolsas y accesorios a cambio de una remuneración económica, que podía llegar hasta los 4,000 pesos al mes. La regla era que el preso entregara el 50% a su familia y que el resto –necesario dentro de la cárcel– no fuera usado para estupefacientes.

El pago a los presos provenía de los ingresos de la fábrica de pinturas, pues hasta ese momento todos los bolsos terminados permanecían bajo resguardo de Lizbeth Romero, mano derecha de Jorge fuera del penal.

Al declararse su inocencia, había más de 700 bolsas elaboradas por los presos. Antes de salir, el emprendedor se comprometió con los entonces 30 colaboradores a continuar con la labor desde fuera, creando un proyecto para enaltecer su trabajo.

EL VERDADERO CAMBIO