Gánale al ardor

¿Si no arde no vale? Cuando se trata de entrenar, tu estómago está en juego, a veces incluso provocándote problemas gastrointestinales. Aprende a domar el dolor y mantener tus metas de acondicionamiento.

- Por Elizabeth Bacharach

¿Náuseas, gastritis, indigestión? ¿Malestar estomacal? ¿Diarrea? Sí, suena a comercial (un clásico). Esta sinfonía de síntomas también trae a la mente una las actividades favoritas de Women’s Health: hacer ejercicio. Espera, ¿qué? A pesar de que tiene múltiples beneficios físicos y mentales, entrenar también puede provocar estragos en tu panza.

La buena noticia: “Estos proble mas gastrointestinales provocados por la actividad se autolimitan, lo cual quiere decir que no tienen por qué seguir estando presentes después de tratarlos de manera inmediata o si dejas de hacer ejercicio”, señala la doctora Kahryn McElheny, médico del deporte y cirujano en el Hospital for Special Surgery. Una traducción incluso más interesante: no existe necesidad alguna de reducir el tiempo que dedicas a sudar (ni beber ese medicamento de color rosa). Con estas técnicas puedes prevenir, prepararte para y tratar cualquier tipo de malestar que tengas, desde el calentamiento hasta el enfriamiento.

CALAMBRES

“Ese dolor repentino y agudo que suele aparecer en el costado derecho de tu abdomen a medio entrenamiento (obligándote a gemir), puede ser el resultado de estrés añadido en los ligamentos que sostienen y mantienen en su lugar los órganos”, explica la doctora Felice ShnollSussman, gastroenteróloga y profesora de medicina clínica en Weill Cornell Medicine. Los ejercicios que requieren que extiendas repetidamente la parte superior de tu cuerpo, como correr o incluso la equitación, son los principales causantes.