La gala de Montijo

Para muchos los sueños se frenan tras alcanzar el brillo de los reflectores, pero no para Galilea Montijo, que en los últimos 26 años de carrera se ha consagrado en el corazón del público gracias a su sencillez y transparencia.

- Por Carolina M. Payán. Fotografía Carlos Ruizc

Para el escritor inglés William Shakespeare nuestra manera de ser depende siempre de nosotros mismos; por eso nuestro cuerpo tendría que ser tratado como un jardín y nuestra voluntad, como el fresco rocío del alba, para mantenernos siempre joviales y alegres. Y quizá bajo esa misma filosofía es que Galilea Montijo ha logrado convertirse en el elemento más deslumbrante de la industria mediática. Aunque ella no reconozca sus contribuciones al mundo del espectáculo nacional por temor a pecar de soberbia, la hermosa conductora originaria de Guadalajara ha marcado un antes y un después en la industria. Su enérgica y espontánea personalidad la ha convertido en una de las conductoras más populares y queridas de la televisión abierta. Aunque no todo ha sido fácil en su andar, como lo decía Truman Capote, en boca de Holly Golightly, su personaje más glorificado de todos: “Nadie llega ileso al final”. Curiosamente Montijo comparte en cierto grado la naturaleza de la protagonista de Breakfast at Tiffany’s, ya que pese a las adversidades ha podido probar las delicias del mundo, los lujos y, sobre todo, el amor.

Una vida sencilla