Mahahual y Bacalar

Para los mayas el “ave del corazón” mantiene la vida del mismo, y por tanto, la del cuerpo; responsable de las palpitaciones –tal vez asociadas a su aleteo–. Esta creencia ha estado presente en varios momentos de la historia maya, por lo que al recordarlo, como un mensaje atraído desde el universo, supe que para avivar a nuestra ave interna, Ezequiel y yo tendríamos que volar hasta esa tierra.

Después del estrés vivido en mi bella CDMX, hice un esfuerzo para separarme unos días de todo e invité a un amigo, quien lo necesitaba aún más que yo. Después de tanto esfuerzo f ísico día y noche, por fin aterrizamos en la “puerta de la Costa Maya”: Chetumal, Quintana Roo.

Del aeropuerto de Chetumal (una de las fronteras sur de nuestro país, con Belice) enseguida nos subimos a una camioneta, previamente contratada, para que nos llevara a uno de nuestros destinos donde intentaríamos volver a dar vida a nuestro corazón: Mahahual, aproximadamente a unas 2 horas de distancia.

Las brillantes estrellas en la tranquila villa de pescadores nos recibió con su quietud anhelada. Antes de ir a dormir paramos para cenar sushi en la calle principal y ahí, con ayuda de nuevos amigos, comenzamos a hacer una lista de lugares que poco a poco nos ayudarían con nuestro objetivo:

1. Los que llegan y se van felices