El crecimiento de la población usuaria de internet y de los servicios anclados como el streaming ha despertado retos de conectividad en México que son posibles gracias a la fibra óptica, un activo indispensable que permite la lectura de noticias en los teléfonos móviles, por ejemplo.
Al cierre de 2018, el país tenía 74.3 millones de usuarios de internet, 19% más respecto a 2015, y un 52.9% de los hogares mexicanos “conectados”, según cifras del Inegi. Este incremento impulsó también el de la fibra óptica, cuyo acceso creció 463% de 2013 a 2018, según cifras del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT).
La fibra óptica es un filamento de vidrio, un poco más grueso que un cabello humano. Su principal componente es sílice, es decir, arena. Su calidad depende de qué tan pulida esté y en su fabricación se le da la forma de finísimos tubos, o fibras, que se protegen con aislantesplásticos y funcionan como cables que llevan información de un punto a otro a través de haces de luz.
Tiene la capacidad de transportar impulsos luminosos que transfieren información a gran velocidad y por largas distancias sin interferencia. Tan es así que para servicios de streaming de video, mensajería instantánea, videojuegos y objetos conectados a internet con la siguiente generación de tecnología móvil –5G–, la fibra óptica juega un papel fundamental y la inversión que se requiere para recibir esa tecnología –20 veces más rápida que la actual– es 10 veces mayor.
Esta historia es de la edición Septiembre 2019 - 283 de MANUFACTURA.
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