Mascotas reales

Estos amigos incondicionales de la realeza viven con más lujos y comodidades que la gran mayoría de los mortales. Se trata de perros de distintos tipos y tamaños que acompañan a sus dueños a todas partes y tienen sirvientes asignados. Seres con los que reinas, reyes, príncipes y princesas forman profundos lazos de amistad, dejando de lado las máscaras para mostrarse tal cual son.

- Karla Flores

WILLOW & HOLLY

Se trata de dos ejemplares de raza corgie propiedad de la reina Elizabeth II, que son tan especiales para ella que en broma se dice que son los verdaderos amos del Palacio de Buckingham.

El amor que la soberana siente por los perros y particularmente por los corgies galeses le viene de su padre, el rey Jorge VI, quien tenía fascinación por esta raza, una de las más viejas del Reino Unido, pues data del siglo IX. La primera vez que la reina tuvo contacto con estas mascotas fue a través de “Dooki”, una perrita que le regaló su papá cuando tenía siete años y que la enloqueció de amor. Al poco tiempo, el rey llevó a casa otra perrita corgie a la que llamaron “Jane”, que se sumó a una manada de ocho canes reales entre los que figuraban labradores y cocker spaniels.

En 1944 la monarca adoptó a “Susan”, con la que se encariñó de una manera muy especial. Tal era su amor por esta perrita que tras contraer matrimonio con Felipe Mountbatten, “Susan” los acompañó a su luna de miel en Hampshire y más tarde a casi todos sus viajes oficiales.

Luego de 15 años de amor incondicional, “Susan” murió por causas naturales. En honor a su memoria la reina se ocupó personalmente de diseñar y mandar construir un pequeño mausoleo que se levantó en el cementerio canino de la dinastía Windsor, el cual está ubicado en la finca real de Sandringham, en Norfolk. En la lápida se puede leer la siguiente leyenda: “Nació el 20 de febrero de 1944. Murió el 26 de enero de 1959. Por casi 15 años fiel compañera de la reina”.