DUNAS DE SAMALAYUCA

Viajamos al desierto de Chihuahua (al norte de México) para practicar el sandboarding, contemplando el furor de la adrenalina frente a la frágil calma del desierto. Con la fotografía de MÓNICA LOZANO y las palabras de ADAL GUTIÉRREZ.

- ADAL GUTIÉRREZ

ENTRE LA ARENA Vistas de las dunas de Samalayuca, un paraíso árido y resiliente del norte de México, ideal para practicar deportes extremos como el sandboarding.

Tan pronto pones un pie en los médanos de Samalayuca, la blanca arena te cubre de asombro. Te das cuenta que el desierto de Chihuahua alcanza más allá del horizonte. Las altas dunas, o médanos como les conocen en ese lugar, parecen fáciles de subir, pero su inocencia es un espejismo fácil de engañar a los curiosos.

Me tomó años poder adentrarme en este mágico desierto. Después de una vida manejando por la carretera Panamericana que lo atraviesa, pero tengo que decir me emocioné cuando supe que por fin llegaría el día para recorrerlo y explorarlo. ¿Y qué mejor manera de hacerlo que con gente querida y un instructor de sandboarding profesional?

Salimos a las 8:30 de la mañana de Ciudad Juárez. Denominada como ciudad heróica por su papel en la revolución mexicana, Juárez colinda con el Río Bravo, y aunque durante ciertos momentos del año, se encuentra casi seco, sirve como línea divisoria entre México y los Estados Unidos. Diego Lúevano, profesional de sandboarding y apasionado de los deportes extremos, nos esperaba en su auto para guiarnos en esta aventura a 50 kilómetros al sur de la ciudad.

Diego comenzó a practicar sandboarding en la adolescencia, cuando una asociación civil visitó su escuela para promocionar un programa de desarrollo positivo. “Siempre fui fan de los deportes extremos”, comenta Diego. “Comencé con el skateboarding y quería aprender a surfear. Cuando vi las fotos el puercoespín, considerado en peligro de extinción, y diversas aves migratorias como el halcón peregrino.