Cuentos vaqueros

El género western siempre ha sido un reflejo de la realidad. Demos un recorrido por su historia y el futuro que, con Los siete magníficos, sigue reinventándose.

- Vera Anderson Y Diana Snchez Uranga

No todos crecimos amando los westerns ni abrazando el significado simbólico de esa pasada era fronteriza de espacios anchos y abiertos, héroes inmortales y villanos bigotudos. Sin embargo, hubo un tiempo en que los filmes de este género definían los ideales de la vida americana. Todo ello ya se vislumbraba desde la primera narrativa que se realizó sobre el tema: el filme silente de doce minutos, El gran robo del tren (1903). Aunque la popularidad del género se difuminó en años recientes, ese espíritu se mantiene latente y puede verse en el contexto actual, con su necesidad de asentar una serie de valores a través de los cuales vivir. Aquella ética y esos códigos de honor fueron replanteados e insertados en clásicos de la cultura pop tan variados como la franquicia de Star Wars, las cintas de Quentin Tarantino, o incluso el filme animado Rango.

Ideales Que Perduran

Años atrás, en los tiempos dorados del western –entre los años 40 y 70– se idealizaba al héroe vaquero que poco a poco evolucionó en un personaje más complejo en filmes cruciales como El tesoro de la Sierra Madre (John Huston, 1949), Solo ante el peligro (Fred Zinneman, 1952), Shane (George Stevens, 1953), Más corazón que odio (John Ford, 1956), hasta llegar a Dos hombres y un destino (George Roy Hill, 1969), McCabe and Mrs. Miller (Robert Altman, 1971), e incluso en los llamados spaghetti westerns, como el clásico de 1966 de Sergio Leone, El bueno, el malo y el feo.