La Habana: Ron Y Tradición

Pasión por vivir y cantar de alegría en la isla que le robó más de un suspiro a Hemingway

- Ingrid Cubas

PASADO Y PRESENTE

Entre avenidas perfectamente planeadas sobre las que transitan automóviles clásicos en su mayoría, también vemos modelos actuales de Peugeot o Mercedes Benz. Asimismo, hay cocotaxis, autobuses y bicicletas.

Desde el avión se funde el mar con el cielo y su separación se distingue únicamente por las nubes, que flotan a la mitad del paisaje. Una vez en tierra, lo primero es ir a CADECA (la casa de cambio oficial) por pesos convertibles cubanos (CUC).

Al llegar a La Habana, se aprecian construcciones que reflejan el paso del tiempo y la influencia arquitectónica clásica, que desde 1519 (al fundarse San Cristóbal de La Habana) comenzó a convertir la ciudad en la más protegida de América, gracias a la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña y al Castillo de los Tres Reyes del Morro, que resguardaban la entrada a la isla, alguna vez invadida por piratas al asedio de las maravillas descubiertas por Cristóbal Colón.

Posteriormente, los estilos colonial y barroco cubrieron cada espacio de la Habana Vieja, mientras que el neoclásico permanece demostrando la opulencia que gozó El Vedado, donde se encuentra el Hotel Nacional de Cuba. Sin embargo, también hay zonas residenciales como Miramar y Mariano, donde la decoración art nouveau y art déco es reflejo del poder adquisitivo de los principales dueños de las casas, ahora ocupado por embajadas y diplomáticos.

La modernidad llegó con hoteles gigantes semejantes a los que hay en Las Vegas. Algunos ejemplos son el Riviera o el Habana Hilton (hoy Habana Libre). Sin embargo, con lo que da más gusto encontrarse es personas cálidas a quienes si les dices que eres mexicano, no vacilan en decir “México lindo y querido”.