Bareoke – Flotar en pelotas sobre la noche de Montreal

Estoy con Caballito, fumando un cigarro, frente al 1333 del Boulevard Saint Laurent, el Café Cleopatra de Montreal, un antro de desnudistas y burlesque que lleva una vida soportando estoicamente las embestidas conjuntas de buenas conciencias y fuerzas gentrificadoras que durante décadas han intentado borrarlo del mapa.

- Por Carlos A. Ramírez

A nuestro lado, Richard, un habitué del lugar, le da caladas a un toque de mariguana y se lamenta. "La vez pasada no ensayé lo suficiente", nos dice en inglés. Y enseguida afirma, ahora en francés, que en esta ocasión será diferente. Esa manera de hablar, cambiando del francés al inglés y viceversa, de una frase a otra, es algo normal en esta ciudad, pero a mi cerebro, que todavía no termina de traducir un idioma para, en segundos pensar en otro, sigue produciéndole jaquecas ñeras. Los tres estamos aquí porque hoy es noche de bareoke. Un evento donde se combina el strip-tease con el canto aficionado. En otras palabras, los participantes se desnudan mientras cantan sus canciones favoritas.

En verano, Montreal es una fiesta continua. El largo y helado invierno y una primavera apenas tibia quedan en el olvido durante tres meses y la gente inunda las calles, vestida con la menor cantidad posible de ropa, para bailar y cantar en los múltiples festivales y actividades de diversa índole que se multiplican por toda la ville. No es extraño, por ejemplo, alucinar con un concierto gratuito de Kamasi Washington en Place des Arts y después caminar hasta el legendario Les Foufounes Électriques, de la Rue Sainte Catherine, para cerrar la noche escuchando a The Warning. Pero esa es otra historia.